MI OPINIÓN DEL ARTE

Hasta que desapareció el último impresionista del pasado siglo, el camino del arte occidental había sido un hilo continuo. Las innovaciones y los intentos de ruptura, si es que los ha habido, fueron imperceptibles o se perdieron en la indiferencia y el olvido. Pero a comienzos del siglo XX, la sociedad, y con ella las bellas artes, se convulsiona agitándose entre las revoluciones y las guerras mundiales. Los artistas pierden la fe en sus semejantes y en sí mismos, y se cierran en su egoísmo o caminan hacía él. En sus obras ya no nos cuentan más que sus problemas, odios o pasiones que a casi nadie interesa, salvo a psiquiatras, críticos e historiadores. En su individualismo narcisista empezaron a buscar la fama por encima de todo. Y quisieron hacerlo provocando al público con alucinantes novedades. Pronto el arte pasó a ser innovación continua en búsqueda de la más sonada provocación para alcanzar con ella la ansiada fama y por encima del buen hacer o de la profesionalidad que, desde siempre, se había considerado como imprescindible y fundamental en la producción artística.
Se había abierto el camino que llevaría, como no podía ser de otra manera, al fraude al espectador.
Se empezó engañando al público, sobrecogido por lo que contemplaba, con obras que no entendía y que necesitaban de explicaciones más o menos ruidosas y fraudulentas. A continuación se le informaba de que eran obras para “minorías cultas” y que el culpable de que no las entendiera era su falta de cultura o de preparación intelectual. El nuevo “arte” fue, poco a poco, abandonado por el público incrédulo devolviendo a sus inventores la moneda del desprecio con que se les había pagado. Eso hizo que, asustados, los “artistas” provocadores cambiaran el pincel por la pluma y se dedicaran a escribir libros y panfletos para intentar explicar tanta sinrazón de sus lienzos, tal como hacen sus críticos. Pero los "escritos" resultaron ser otros engaños. El público dio, también, la espalda a los parlanchines y volvieron a hacer colas en los museos para rendir homenaje a esos pintores tradicionales que no tuvieron necesidad de innovar nada, ni provocar, ni insultar a nadie, ni romper con el Arte anterior, negándolo o despreciándolo, sino que se contentaron simplemente con ser excelentes en su trabajo, como hicieron Velázquez, Van Gog y tantos otros.
Fueron los mercados y los críticos por ellos pagados los que inventaron “las Vanguardias” y cambiaron los estilos. Unos y otros hicieron que se entrara en la época del activismo cultural en la que una "vanguardia" (moda) ahuyentó a otra sin apenas haberse consolidado. Por miedo a dejar escapar un negocio, los críticos y galeristas decretan que todo vale, ¡que todo es arte!, y lo certifican con un lenguaje aún más alucinante que las obras que patrocinan. Pero el manantial de la continua innovación y provocación acaba agotándose y, cuando ya no es posible crear algo nuevo, ¡algo que provoque!, decretan la ” muerte del arte”.
Sin embargo los auténticos artistas siguen en sus estudios, antes llamados “talleres”, continuando el camino que nunca debió de ser abandonado por los "modernos": el de la búsqueda sincera y constante de la belleza con la que debe ver el mundo su alma artística. Una belleza que no tiene necesidad de superar a las de las obras de los geniales artistas del pasado, ni igualarlos, ni compararse con ellos; una belleza que sólo debe ser reflejo de la de su alma artística y que debe expresarse en su obra con autenticidad y honradez.
Hoy el Arte está en manos de los mercaderes y críticos mas o menos corruptos y de periodistas y políticos desinformados y tendenciosos. Algunos gobiernos que descubren tarde las bonanzas
del mercado y su propaganda, sin enterarse de nada, intentan llegar al reparto del pastel y recogen el testigo casi abandonado por críticos y galeristas para ganar votos. Nombran para dirigir los museos nacionales a militantes o simpatizantes para que apliquen sus consignas. Todos sabemos que, en España, las personas que dirigen museos son tremendamente sectarias. "Aquí se han hecho museos de arte contemporáneos parciales y limitados, museos en donde la corrupción está tan patente como en la política o la economía”. (Los políticos llaman a una mamarrachada pintada con una manguera sobre una cúpula de una sede europea, por un acólito simpatatizante y propagandista de su ideología, "la capilla sixtina del siglo XXI", ¡ cuando faltan noventa y dos años para que acabe ese siglo!. Una semana después se desplomaron trozos de la cúpula pintada que demuestra al mundo la pésima técnica empleada por un pintor abstracto, sin técnica, pero que sabe cobrar millones por la decoración. ¿Cuantas pinturas de las cúpulas centenarias se han desprendido? )
Despues de estudiar Historia en la UNED; tras conseguir el título de profesor de instituto y la licenciatura en Bellas Artes en la Universidad de Valencia, (en donde comprobé que los alumnos practicantes del Informalismo no sabían dibujar las estatuas o modelos vivos, ni los profesores hablar o razonar sobre un cuadro abstracto que les presentaban) y tras muchos años de meditación y estudio sobre las artes del siglo XX, he llegado a la conclusión de que:
1º) la abstracción es la mayor fuente de falsedad incrustada en el mundo del arte;
2º) que la inmensa mayoría de sus seguidores no saben de que hablan pero que se adornan con el aura de la modernidad y de la intelectualidad y la acompañan con mucha palabrería de mercadillo ;
3º)que es falso que el arte consista en modas y en provocaciones.
En resumen, que en pintura o escultura lo abstracto ni es arte, ni alta cultura, ni es para minorías intelectuales; lo abstracto en artes plásticas carece de expresión de ideas o de sentimientos, no motiva pasiones en el espectador, no expresa nada pues no quiere y no puede decir nada. Es el nihilismo, el vacío que emana de un alma vacía y simple, que no tiene nada que decir y que tampoco sabría decirlo; es el corcho de la botella del individualismo infantil y propio de mentes primitivas. Pero corcho de una botella que no contiene nada, ni siquiera veneno, que está totalmente vacía de cualquier idea o sentimiento
¿Cómo dejarse engañar y cómo llamar Arte a un conjunto de manchas, trazos y colorines propios para decorar butacas o vestidos?. Si un profesor, licenciado en BB.AA, que además tiene otras carreras universitarias, nunca comprendió el llamado arte abstracto ¿quien estará capacitado para ello ?. ¿Qué otra preparación cultural hay que tener para entender el conjunto de manchas, colores, pegatinas, puntos y líneas que llenan las telas del "informalismo pictórico"?
Cuando las canas de sexagenario adornan mi barba y mi cabeza ya no me puedo dejar engañar . Cuando el corazón me pide sinceridad debo decir lo que pienso del informalismo en las artes. Y lo hago con independencia de la mayor o menor bondad de mis obras y de mis muchas limitaciones artísticas, pero con la seguridad de que nunca engañaré a nadie y de que sigo y seguiré aprendiendo cada día en la soledad de mi estudio desde el que no se escuchan los ruidos de la calle.
Juan Villalobos